Patrimonio Rupestre

La aparición de un espectacular fenómeno rupestre en el valle medio del Cidacos ha sido propiciado por la propia orografía de la comarca, sobre todo en su margen izquierda conformada por una serie de cortados de materiales blandos, de fácil talla, en la que se han picado las cuevas que otorgan singularidad y personalidad a todo el entorno, constituyéndose como una de las señas de identidad que mejor define Arnedo y su paisaje.

A lo largo de los siglos, la excavación de cuevas y otros espacios se cuenta por centenares, aprovechando al máximo todos los cerros y barrancos que rodean nuestra localidad. Podemos encontrar una gran diversidad de formas, tamaños, utilidades y épocas. Entre ellas podemos encontrar viviendas, cuevas para usos económicos, y otras utilizadas como lugares de refugio, de culto, iglesias o incluso monasterios.

No tenemos certeza del origen del patrimonio rupestre pero siguiendo la tesis planteada por Antonino González Blanco y Urbano Espinosa y José Mª Sáenz González en su artículo  “La población de La Rioja durante los siglos obscuros”,  podríamos hablar de la aparición de las cuevas en los farallones de los valles medios de los ríos de La Rioja a finales del S. III, cuando las gentes huyen de los valles hacia las montañas por la inseguridad de las invasiones y la crisis económica, y sobre todo en el S. V debido a  las invasiones bárbaras, que acabarán con el Imperio Romano de Occidente. Las cuevas debieron convertirse en el refugio de una población que en aquellos años vivía en el miedo permanente, con una sociedad desestructurada y con riesgo continuo de ataques y saqueos. Las cuevas,como lugares inexpugnables y de difícil acceso se convertirían así en refugio seguro.

Pero es también probable que, quizá de manera simultánea, estas cuevas fueron refugios de espiritualidad, lugar de recogimiento de ascetas que, siguiendo la tradición oriental, buscaban a Dios alejándose del mundo.