Los árboles, como todos los seres vivos, tienen un ciclo de vida limitado por lo que es un proceso natural su envejecimiento y muerte. Ahora bien, los árboles de desarrollo rápido y ciclo corto de vida (como es el caso de los álamos) en condiciones adecuadas de cultivo, viven 75-100 años, los árboles con un ciclo medio (plataneros, moreras...) alcanzan con facilidad los 250 años y los de ciclo largo (encinas, robles...) superan los 500 años e incluso los 1000 años de longevidad.
La inmensa mayoría de los árboles de los jardines de Arnedo han sido plantados a partir de 1.985, por lo que no tienen la edad suficiente como para considerarlos adultos ni mucho menos decrépitos. Entonces ¿Por qué se mueren?, ¿ Por qué los jardineros cuando cortan un árbol dejan un tocón de 1 metro de altura?.
El proceso natural de muerte anticipada de los árboles viene dado por la acción de plagas y enfermedades que los pueden debilitar e incluso llevarlos a su muerte; pero igualmente, condiciones climáticas adversas debilitan los árboles, facilitan la entrada de plagas y conllevan el detraimiento del árbol e incluso su muerte; en este caso están, por ejemplo, las Robinias pseudoacacias (Falsa acacia) de la C/ Viacrucis. Estos árboles disponen de un suelo de muy baja calidad y tras varios años con bajas precipitaciones el debilitamiento les ha impedido combatir la acción de pulgones y varios ejemplares han muerto.
También labores de cultivo inadecuadas pueden llevar al árbol al decaimiento y posterior muerte, es el caso de las podas abusivas que tradicionalmente sufren los plataneros que acarrean un envejecimiento prematuro; ejemplos de esto son los casos de los plataneros que estaban en los jardines del Parque de La Estación, Parque de la Baronesa, Patio de San Cosme..., a los que el abuso en las labores de poda envejeció hasta el extremo de tener que suprimirlos con edades de apenas 60 años. Otro ejemplo de poda exagerada fue el terciado al que se sometió a las Robinias pseudoacacias de la Avda. Benidorm en el año 2007. Como resultado, una de ellas se secó al año siguiente y en los sucesivos se han secado otras dos, presentando una cuarta un lamentable estado del que probablemente no se recuperará (están próximas al monumento a La Constitución).
Otros mueren por causas desconocidas; este es el caso del Ailanto que se secó, repentinamente, en el Parque de La Baronesa el año pasado y que ha sido cortado recientemente.
Especies como el Cupressocyparis leylandii, son sensibles al ataque de un hongo patógeno llamado Seridium cardinale ( Seridium de los cipreses o seca del ciprés). Es un parásito muy frecuente entre las cupresaceas (cipreses) y muy agresivo que conlleva el decaimiento grave y secado de partes importantes del árbol e incluso su muerte definitiva. Para combatir la enfermedad solo se pueden aplicar labores preventivas para evitar la entrada de la enfermedad, y la aplicación de productos fungicidas que “fortalezcan el árbol” y le ayuden a “defenderse”; puesto que no existe un producto fungicida que erradique la enfermedad.
Cuando los árboles alcanzan un deterioro tan importante que hacen inviable su presencia en los jardines, los suprimimos. Este año además del árbol de Avda Pio XII, se ha suprimido otro en los jardines de C/ San Blas y hay otros 2 con claros síntomas de la enfermedad, uno junto al cortado y otro en Avda del Cidacos.
A lo largo del año se realizan, de manera programada, 2 o 3 tratamientos fungicidas preventivos a todos los árboles de especies susceptibles de padecer esta enfermedad, incluido los Taxus bacata (tejos) del Paseo de La Constitución.
En el Parque del Cidacos, cerca del puente, se han cortado varios álamos secos o peligrosos que presentaban un alto grado de decrepitud, propio de la edad y del abandono al que estuvieron sometidos durante muchos años. Quedan los tocones que se arrancarán este invierno y se replantará todo el área.
En cuanto a la razón de dejar un resto de tocón de 1 metro de altura, lo que se busca es evitar accidentes, puesto que si lo cortásemos a nivel del suelo siempre queda un resto en el que se podría tropezar. Al dejar un tocón alto, los viandantes lo ven y lo esquivan. Cuando se va a proceder a la replantación en el mismo lugar se arranca el tocón y se planta un nuevo árbol, pero para ello hay que esperar a la época adecuada (habitualmente en los meses de febrero-marzo).
Carmelo Pérez-Aradros Rodríguez.
Responsable de Parques y Jardines
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